Si hoy la energía fotovoltaica genera poco más del 5% de la producción total de electricidad, esta proporción podría llegar al 17% para 2030. Por lo tanto, la energía solar desempeñará un papel crucial en contribuir a alcanzar el compromiso de la COP28 de triplicar la capacidad de fuentes renovables para 2030. Además, en el escenario político actual, para 2035 la energía fotovoltaica superará la producción a partir de carbón y gas, convirtiéndose en la principal fuente de electricidad y representando el 25% de la producción energética global.
Estas son algunas de las conclusiones de la última edición del World Energy Outlook elaborada por la AIE, que también subraya que en 2023 las nuevas instalaciones de capacidad solar aumentaron en más del 80%, alcanzando un nuevo récord de 425 GW. Más del 60% de estas nuevas instalaciones se encuentran en China. Otros 60 GW de nueva capacidad se instalaron en Europa y más de 30 GW en Estados Unidos. Considerando el escenario político actual, para 2035 la nueva capacidad solar debería crecer un 60%.
El informe también señala que en la última década la participación de los combustibles fósiles en el mix energético global ha disminuido del 82% en 2013 al 80% en 2023. Teniendo en cuenta el escenario político actual, la expansión de las energías limpias debería acelerarse en los próximos años, y podría superar a las fuentes fósiles, las cuales alcanzarían su punto máximo antes de 2030. El crecimiento de la energía fotovoltaica y eólica contribuirá a hacer de la energía limpia la principal fuente energética para 2035.
AIE: «En la segunda mitad de esta década, la perspectiva de un suministro más amplio o incluso excedente de petróleo y gas natural nos llevaría a un mundo energético muy diferente del que hemos experimentado durante la crisis energética global», afirmó el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol. «Esto ejercerá una presión a la baja sobre los precios, lo que podría incentivar a los gobiernos a aumentar las inversiones hacia la energía limpia y eliminar los subsidios a los combustibles fósiles».
Para que la energía limpia continúe creciendo a un ritmo sostenido, se requieren mayores inversiones, especialmente en los nuevos sistemas energéticos, redes eléctricas y almacenamiento. Además, con base en las políticas actuales, se espera que las emisiones globales de dióxido de carbono aumenten en 2,4 °C para finales de siglo, un valor muy por encima del objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C establecido en el Acuerdo de París.